Volaste en silencio,
dejando el polvo de tus alas
pegado a mis pensamientos.
Tus versos descalzos
recorren las plazas.
Tu voz coronada de matices
resuena en el tiempo.
Tus palabras diáfanas,
inmersas en la luz del cosmos,
taladran el alma,
pintan arreboles,
encendien lámparas,
descubren lunas de escarcha y de plata.
Tus poemas danzan
en la noche cándida.
Hurgan en los huecos
del espacio misterioso.
Bajan a los mares,
se bañan en las olas,
de madrugada, saltarines,
al cielo se escapan,
en rítmicos vuelos,
en rítmicos vuelos,
vestidos de espuma,
calzados de arena.
Recojo las caracolas
que tus manos palpan.
Busco las estrellas
que adornan tus cabellos.
Te encuentro…
¡Aún vives, poeta!
¿Quién dice que has muerto?
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