Atisbos
I
A veces tu recuerdo
se salta los vallados del olvido.
Se sube al rayo de luz cósmica
que penetra la ventana y toca
de nuevo a mi puerta. Entonces
tiemblan los sentidos, se descorre
el velo, la mirada se asombra,
el oído se afina mientras la piel se eriza.
El sabor de tus besos, se posa sobre mis labios
y un líquido incoloro y amargo cubre mis mejillas.
II
No sé si me recuerdas…
Escuché que a donde fuiste,
no se llevan los recuerdos.
Pero si por casualidad sientes
en el lugar silente y frío un leve
roce sobre tus párpados, no dudes…
Es que aún permanece el temblor
del beso que te di cuando partiste.
III
¡No quiero que tu imagen
se borre de mis sueños!
Tu ternura se desborda en cascada risueña
cada vez que cierro mis párpados.
Coqueta, se cuela por las rendijas de mis pestañas
y un cosquilleo leve y agradable
penetra mis sentidos.
Una vez más me siento muy tuya.
Tu imagen, vestida de ensueños,
preñada de luz, con su toque de azul,
me roza y me habita.
IV
Te busqué en los lirios
y en la madrugada.
Te busqué en el parque,
en la noche que pasa.
En el bosque lluvioso
fui tras tus pisadas.
El agua, con tristeza
llena de crueldad
las borraba.
Contando
lloviznas,
a ver si cesaban,
aspiré tu aroma en el aire.
Me ceñí a sus crines,
nació la esperanza
V
El arrullo con el que el mar me canta
no ha nacido de la ola brava.
Con su dulce cadencia es la ola mansa
la que ha peinado mis cabellos
y llenado mis oídos
con suspiros de esperanza.
El viento soleado
ha dejado sus quejas,
prendidas a la luz de un rayo
que solitario el firmamento ha cruzado.
He seguido tus huellas sobre la arena.
De pronto, se pierden en el agua.
Su rastro queda oculto
en la ola que pasa.
Bogaré mar adentro
hasta encontrar tus pisadas
Seguramente el arrullo guiará
mi hambruna en la madrugada.