Eres el misterio. El fuego que apenas lame mis entrañas.
La rúbrica santa. Un ímpetu extraño. Temblor en la voz.
Un cáliz vertido que flota en el espacio. Palomas que vuelan
cubiertas de llanto. Un niño que juega, risas y quebrantos.
El sueño soñado. Brillantez de faz, duende que baila, oruga
que arrastra las incongruencias de un rito profano.
Llegas en silencio. Tomando tu mano entro
en el sagrario a encender la llama,
beber de tu influjo
bañado de luz,
que
arrasa
y embriaga.
El veneno dulce,
sorbo a sorbo apuro.
Aspiro tu aroma. ¡Tus tules me atrapan!
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